Mucha gente piensa que lo contrario de la fragilidad es la dureza.
Sin embargo, como propiedad de los materiales la dureza suele producir fragilidad. Un diamante, por ejemplo, es duro pero a la vez es frágil. Resiste el rayado (dureza) pero, sin embargo, no resiste bien los golpes (fragilidad).
Si nos ceñimos a las propiedades de los materiales, lo contrario de la fragilidad es la tenacidad.
Decimos que algo es tenaz cuando es capaz de soportar sin romperse ni deformarse golpes o esfuerzos.
Por lo tanto, sería más correcto buscar que una persona sea tenaz frente a los desatinos y golpes que nos da la vida, y no tanto que sea dura.
De hecho, la dureza es una propiedad bastante poco útil si la llevamos a las personas. Está claro que nadie quiere que se le raye el cristal del reloj o una joya, pero la dureza conlleva rigidez, conlleva tensión, conlleva ausencia de adaptabilidad…
Seamos algo más que tenaces
Por lo tanto, concluimos que es mejor ser tenaz que duro.
Pero quizá no es suficiente. La vida da golpes, pero quizá conviene hacer algo más que resistirlos o aguantarlos.
La psicología suele usar el concepto de resiliencia para definir la superación positiva de situaciones negativas.
Llegados a este punto voy a recurrir a un autor bastante controvertido, traigamos a colación a Nassim Taleb, autor de un libro muy interesante (y ciertamente complejo) denominado Antifrágil.
Taleb hace, en este libro, un alegato por construir personalidades, sociedades y estructuras sociales que abracen las dificultades y encuentren en ellas oportunidades. El axioma principal del libro gira en torno a la idea de que el exceso de control lleva a generar fragilidad.
Pongamos varios ejemplos de lo anterior.
El sistema inmunitario del ser humano requiere de contacto con patógenos para estar “en forma”. Si buscamos aislar al ser humano de toda posible causa de enfermedad su sistema inmunitario parecerá duro como una roca, pero realmente será frágil.
Dicho sistema, llegados al caso de una exposición a algún mal, entrará en colapso.
En educación la tendencia actual es a hacer todo muy atractivo, potenciar la motivación por medio de elementos externos, eliminar toda resistencia al aprendizaje y personalizar totalmente el contenido para que cada individuo pueda seguir su camino con ánimo y entusiasmo.
Si, por cualquier razón, todas esas motivaciones externas dejan de servir, el sistema será incapaz de repescar a esa persona, que carecerá de la tenacidad para afrontar el aprendizaje.
En un sistema económico, por profundizar en la idea, el control excesivo para evitar cualquier tipo de mal hace que la sociedad se estructure por principios duros, inflexibles, que se rompen totalmente en caso de venir un evento especialmente desafortunado e imprevisible.
Taleb llama a estos eventos “cisnes negros”.
Que suceda un cisne negro, que podemos simplificar llamándolo imprevisto de cierta entidad, es casi inevitable, y más en estos tiempos de tanto cambio.
Deberíamos concluir, por lo tanto, que necesitamos sistemas tenaces, que aguanten esos imprevistos.
Pero hay una opción aún mejor. Taleb habla de antifragilidad, que sería un estado ideal en el cual un sistema o individuo se beneficia de los golpes, de la incertidumbre, del imprevisto.
Y es que siempre se ha dicho que en toda crisis hay oportunidad.
Abraza la incertidumbre
El primer paso para mejorar la antifragilidad es concebir el mundo como un lugar colmado de incertidumbre y moverse como pez en el agua cuando no se tiene certeza absoluta de nada a largo plazo.
Cuando llega una situación compleja, colmada de imprevistos, la incertidumbre asusta a la mayoría de la gente y todos los sistemas y organismos frágiles se quiebran, colapsan.
Pero ahí, en ese momento de dificultad, de incertidumbre, debe surgir una visión optimista que consiga cambiar la fragilidad por algo más que tenacidad.
Hace poco más de dos años, de la noche a la mañana, nos vimos todos encerrados en casa y colmados de incertidumbre. Mientras algunos se rompían por el miedo y otros se dedicaban a hacer videollamadas con todo tipo de amigos, unos pocos vieron la oportunidad, acudieron a su antifragilidad…
Supieron montar un negocio online que era necesario.
Supieron dejar de lado una vida que no les llenaba y empezar una nueva.
Supieron respirar y buscar calma y paz interior.
Hay una frase de Warren Buffett, un inversor estadounidense, que dice: “la incertidumbre es la mejor amiga del inversor a largo plazo”.
No soy un gran inversor (pese a tener algún podcast al respecto) pero es un mundo que me resulta interesante, y siempre he admirado la respuesta que tiene un amigo cuando le pregunto cómo le va en momentos de bajadas generalizadas de los mercados.
Siempre me dice: “yo estoy feliz, es un buen momento para comprar más barato”.
Sé que para llegar a esa situación debe haber mucha gente perdiendo ingentes cantidades de dinero y sufriendo en ese proceso, por lo que es una situación que no me gusta. Pero me interesa el concepto, la antifragilidad que demuestra.
Compra cuando todo el mundo vendería.
Abraza la incertidumbre.
Al fin y al cabo, en este momento de cambio climático terrible es más fácil que nunca empezar a hacer las cosas de otra forma.
Nunca fue tan barato construir de una forma sostenible.
Nunca estuvo tan incentivado buscar otro tipo de corporaciones y empresas, más éticas o sostenibles.
Nunca estuvo mejor visto que ahora el alimentarse de forma ética o saludable.
Nunca ha existido un momento mejor que éste para empezar a construir cualquier tipo de proyecto empresarial o vital que sitúe al ser humano y la naturaleza en el centro de todo.
Así que no queda otra que buscar la antifragilidad. No intentes evitar el cisne negro, busca aceptarlo y reaccionar cuando llegue.
Intenta buscar la oportunidad. Abrazar ese cambio y esa crisis y transformarla en oportunidad.
No intentes construir un mundo perfecto, rígido y duro.
“Be water, my friend” que diría Bruce Lee.